Educación emocional

La tortuga y la liebre: inteligencia emocional

Imagina una escena típica de inteligencia emocional. Vas hacia tu casa y tienes la ilusión y el deseo de que cuando llegues, tu hijo haya recogido el lavavajillas, ya que se lo has puesto en una nota antes de irte. Entras en casa, está tumbado en el sofá con el móvil, y el lavavajillas sin recoger. ¿Qué te pasa por la cabeza? ¿Qué es lo que haces?

La gestión de emociones y la impulsividad en la toma de decisiones.

En otros artículos del blog te hemos detallado los dos procesos de toma de decisiones. El basado en la impulsividad y los instintos, que representamos con la liebre y otro más racional gestionado por la tortuga.

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Probablemente, lo que te diga la liebre y lo que te diga tu tortuga sea diferente.

  • La liebre reaccionaría primero, y  te diría que no puede ser, que ya está bien,  que tu hijo vive como Dios y te toma el pelo. Encima parece que lo hace aposta para hacerte daño y reírse de ti, que como siga así ni va a estudiar ni hacer nada, y que con treinta y tantos años seguirá chupando del bote. Si te convence, tus conductas se centrarán en echarle la bronca, enfadarte, castigar…
  • La tortuga tarda más tiempo en reaccionar, y lo que diría más  menos sería: espera, no le digas nada, piensa que haces, las broncas no te sirven, ni los castigos, a lo mejor no ha visto la nota, pregúntaselo, o dile que antes de comer tiene que recoger el lavavajillas, no te calientes que luego te arrepientes de lo que le dices…

A su vez, depende de lo que hagas o digas, despertarás la tortuga de tu hijo, que es lo que interesa, o calentarás a su liebre, que  a su vez calentará más a la tuya… y aparece la escalada del conflicto, donde las liebres están tan desatadas que ya ni se acuerdan por qué se inició todo este escándalo. En los cursos de Familias en la Nube abordamos situaciones similares y las respuestas más adecuadas.

La inteligencia emocional en la gestión de impulsos.

Si el cerebro sólo contara con la tortuga, sería totalmente inoperante, bloqueado y evitador. Si el cerebro sólo contará con la liebre, sería un caos de inadaptación e irracionalidad. La unión de la tortuga y la liebre crea el cerebro que decide, el que actúa.

La liebre lleva muchos años acompañando al ser humano. La tortuga apareció después, y tuvo que aprender a convivir con la liebre. Ha intentado imponerse en todos los terrenos, pero afortunadamente la liebre ha sabido defender sus funciones y su liderazgo en ciertas situaciones.

Cuando la tortuga no funciona bien, es difícil asumir responsabilidades, aceptar límites, controlar los impulsos, organizarse, anticipar…Por otro lado, la liebre maneja muy mal la ambigüedad, la incertidumbre. Le cuesta esperar. Por eso cuanto más ambigüedad e incertidumbre exista, mayor activación tendrá la liebre. Mayor alteración emocional.

Como ves, son dos personajes condenados a entenderse, a establecer canales de comunicación entre sí. Quieren dirigir, gobernar, cada una a su estilo, con sus características peculiares… hasta que se dan cuenta que tienen que colaborar. Esto es inteligencia emocional.

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¿A quién das más de comer tú? ¿A tu liebre o a tu tortuga?

Antonio Ortuño

Psicólogo especialista en Psicología Clínica Infanto-juvenil y Terapeuta Familiar desde hace más de 25 años. Conferenciante sobre temas educativos, centrados en la parentalidad positiva, su modelo educativo consiste en dotar de herramientas a los padres y madres para que sepan poner límites de una forma respetuosa, con la responsabilidad y la felicidad como compañeras de viaje.

Ver comentarios

      • Me han gustado mucho las aplicaciones con el ejemplo de la tortuga y la liebre porque no obliga pero orienta y deja la responsabilidad en la persona que lo necesita.

        • Gracias Raul por tu comentario! La tortuga y la liebre son dos personajes que están ayudando a muchas familias a gestionar mejor las emociones en casa.

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