Uno de los grandes temores de los padres y madres en la actualidad es que su hijo o hija con 17 años (o a cualquier otra edad) les diga: “No quiero seguir estudiando”. La mayoría de las veces es una provocación, cuyo mensaje oculto suele ser: Os habéis preocupado tanto por mis estudios, durante tanto tiempo, que he perdido la ilusión y la motivación. Quitaros la responsabilidad encima para que podáis para darme una nueva oportunidad de responsabilizarme.
Otras veces tiene apariencia de cierta madurez. Su cerebro, en proceso de construcción, piensa que las cosas le van a ir fenomenal, que no va a tener ningún problema para que le den cualquier tipo de trabajo. Bueno y si no lo encuentra ahora no pasa nada, ya lo encontrará. Y puede decir: papa, mamá, voy a dejar de trabajar. Quiero trabajar en una pizzería.
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Lo que está claro es que es una decisión que, tarde o temprano, ya no está bajo el control de los padres.
Pueden existir, al menos, dos respuestas:
- ¿En una pizzería? ¿De repartidor? Pero si pagan fatal, y tienen unos horarios de explotadores. Seguro que no aguantas. Lo que deberías hacer es apuntarte a algún curso de formación y aprender un oficio como dios manda. Y también te digo otra cosa, así no puedes estar mucho tiempo, que ya eres mayorcito.
- Uf, no me esperaba oír esto que nos dices. ¿Te apetece que hablemos de ello en la cena y nos cuentes con detalle cómo has llegado a decidir esto? Por cierto, hoy cenamos pollo.
Analizando las respuestas
¿Qué respuesta muestra más confianza y respeto? ¿En qué situación se puede disparar más fácilmente la ira del hijo o hija? ¿Quién es el protagonista en ambas respuestas?
- En la respuesta 1, la desconfianza y el mensaje de incompetencia alimenta la desilusión, que suele complicar más las cosas. Las probabilidades de acudir a la entrevista de trabajo se reducen, y la “culpa” de no ir a la entrevista la tendrán los padres.
- En la respuesta 2, el protagonismo, el control de la situación se traspasa al hijo o hija, con cierta dosis de preocupación regulada por la confianza y la validación. Aumenta la probabilidad de acudir a la entrevista de trabajo, y que al cabo de unos días diga: “Sabéis, pagan fatal, y tienen unos horarios de explotadores. Además, ¡no ponen la moto, la tengo que poner yo! ¡Qué morro tienen!” Ha construido su propia vivencia, su propio aprendizaje.
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Llegará un momento en que los padres se tienen que posicionar detrás de sus hijos, y dejar de tomar decisiones por ellos, confiando en sus posibilidades de autoguiarse, de afrontar los obstáculos que se puedan encontrar. Educar es guiar hacia la autonomía. El objetivo es que aprendan a desenvolverse por sí mismos, poco a poco. Se confía en sus capacidades, en sus posibilidades. Se le hace sentir competente. Respetando sus decisiones, sus tiempos, sus procesos. No es fácil, pero se puede conseguir. El itinerario verde de Familias en la Nube te ayudará.
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