Una familia no empieza con las normas, las reglas del juego y el reparto de responsabilidades clarificadas desde el inicio. Cuando un bebé nace, los padres todavía no saben a qué hora va a volver cuando salga de fiesta. Las reglas del juego se construyen entre todos, en diferentes etapas. Y en esa progresiva construcción colectiva de su autonomía entran en juego los conflictos, colaborando en la regulación y reajuste del funcionamiento familiar.
Del “decido por ti, porque tú todavía no tienes recursos para decidir”, al “ahora ya puedes decidir”.
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El control de la situación y el reparto de decisiones.
Cuando se habla de responsabilidad, un concepto clave es quién tiene el control de la situación. Para poder actuar, para decidir, el conflicto debe situarse en nuestra área de influencia. Por ejemplo, si queremos dar un paseo por la montaña, hay que tomar muchas decisiones. ¿Quién decide la ruta? ¿Quién mira la brújula? ¿A qué hora paramos a comer? ¿Quién hace las fotos?
Conforme crecen, se deben repartir de forma equilibrada las decisiones para gestionar y prevenir los conflictos. Ese reparto de responsabilidades y del control de la situación puede adoptar diferentes combinaciones:
- Cuando los padres deciden que su hija o hijo no puede tomar decisiones, porque no tiene las habilidades para afrontar la situación La situación requiere el protagonismo del adulto. Los padres se ponen delante, hacen de guía, de modelo, con el fin de proteger.2.- Cuando los padres deciden que su hija o hijo puede tomar decisiones pero con unas determinadas condiciones, consensuadas por ambas partes, dirigidas por la persona adulta. Se comparte el control de la situación. Los hijas o hijos ya quieren y pueden ser protagonistas pero necesitan que el mundo adulto les estructure la realidad para ayudarles a decidir.
3.- Cuando su hija o hijo puede tomar decisiones, ya que el control está bajo su influencia. Ya es competente, y puede asumir la responsabilidad. Los padres aprenden a acompañar, a ponerse detrás en su viaje, a estar disponibles cuando el hijo/a (no los padres) lo crea conveniente, a mostrar confianza cuando tiene que decidir y, muy importante, el hijo/a debe y tiene que percibir que se respetan esas decisiones.
Equilibrio entre los espacios de responsabilidad.
Un paseo por la montaña precisa de estos tres espacios de responsabilidad, equilibrados, sostenibles. Dependiendo de la edad de tus hijos, y de sus características, tú decides el itinerario, y decides quien decide en cada tramo de ese itinerario. Si hay un espacio con cierto riesgo, te pones delante. Si hay espacios sin riesgos, deja que explore tu hija o hijo. Si decides tú todo el rato, aparecerán conflictos. Si tu hijo o hija quiere decidir todo el rato, aparecerán conflictos.
El equilibrio de los tres espacios de la responsabilidad es la clave.