El cerebro está de moda. Es un mundo apasionante que cada vez atrae más la atención de padres y madres. Queremos hijos con cerebros sanos, queremos aprovechar cada etapa evolutiva para optimizar su desarrollo. Perder oportunidades no está dentro del marco educativo de ningún padre o madre. Aquí van algunas reflexiones:
- Un cerebro es lo que somos. Puedes trasplantar un riñón, pero un cerebro no, afortunadamente. Y somos, entre otras cosas, lo que hacemos y sentimos, lo que decidimos. O sea, que podríamos decir que los indicadores de si un cerebro está funcionando bien son sus productos: las decisiones.
- El cerebro toma dos caminos para tomar decisiones habitualmente: la liebre (sistema límbico) y la tortuga (Corteza prefrontal). https://familiasenlanube.org/tienda/
- Un bebé no puede dirigir su cerebro por sí mismo. Su tortuga está dormidita. La liebre le dirige. Por eso, necesita otros cerebros externos que le ayuden a despertar a su tortuga. Es decir, necesita unas pautas educativas adecuadas, unos cuidadores que le guíen, que confíen, que se adapten a su ritmo evolutivo, que estructuren su aprendizaje en positivo. Que tomen decisiones para enseñar a tomar decisiones.
- Un bebé no sabe tomar decisiones, no puede. No nace inteligente, pero tiene un mecanismo maravilloso para serlo. Aprovechémoslo. Ser inteligente, entre otras cosas, es saber elegir la mejor opción para resolver un problema en un contexto determinado. Tenemos que educar a nuestros hijos e hijas para que anticipen, para que hagan predicciones que es ayuden a adaptarse a las diferentes realidades que se van a en contar, que se están encontrando, y que van a ser diferentes a nuestras realidades. Y el cerebro madura resolviendo conflictos, tomando decisiones.
- Los estudios publicados en la literatura apuntan a la importancia de los tres primeros años de vida para el posterior desarrollo sano del cerebro. Bueno, yo opino que en cualquier etapa. A partir del año, más o menos, las decisiones no tienen edad. También hay estudios que concluyen que aunque se hayan tenido experiencias educativas negligentes, propiciando contextos educativos plagados de amor incondicional y control respetuoso los niños/as salen adelante. Un dato para la esperanza.
Por lo tanto, es necesario que los padres y madres oferten de forma progresiva a sus hijos/as situaciones a resolver, para que su cerebro pueda tomar decisiones, pueda anticipar, pueda imaginar el futuro. Eso es maduración. La educación consiste, entre otras cosas, hacer que funcione ese engranaje, que vaya construyendo la realidad, su realidad.
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