Voy a intentar convencer a las familias que utilizan la técnica de economía de fichas, o a los profesionales que la diseñan, a dejar de utilizarla. Si, a lo mejor suena un poco descabellado, pero lo dice un profesional que la ha utilizado durante parte de la década de los 90, y dejó de usarla. Es decir, esa es ya una técnica, para mí, del siglo pasado.
Para las personas que no conozcan la técnica, se basa en la modificación de conducta, en los principios del condicionamiento operante de Skinner. Los padres redactan, por un lado, todos aquellos comportamientos que les gustaría que su hijo adquiriera o aumentará (por ejemplo: lavarse los dientes, recoger su plato, hacer la cama, acostarse a la hora…) y por otro lado realiza un listado junto con su hijo de potenciales reforzadores (ver una película, jugar al parchís, cenar pizza, comprar un helado…). A las conductas realizadas se le asocia un premio (entrega de fichas), que luego puede canjear por esos reforzadores. Por lavarme los dientes me dan una ficha, y cuando consigo 7 puedo canjearlo por jugar al parchís, por ejemplo.
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Bueno, pues aquí van algunas de mis razones para dejar de utilizarla:
- El listado de conductas escritos por los padres, son aquellas que desean modificar. Pero, ¿son realmente deseables para el hijo? ¿Es recomendable ese cambio en esa etapa evolutiva?
- ¿Qué busca la economía de fichas? Claramente niños y niñas que hagan lo que quiere el mundo adulto, es decir, OBEDECER.
- La decisión final de si se da la fichita o no es del adulto. El protagonismo es del adulto. Los parámetros de libertad que se ofertan invitan al oposicionismo desafiante, a la provocación. ¿Se dan pistas a esos padres de cómo manejar esa provocación, de entender y afrontar ese oposicionismo?
- ¿Dónde están las emociones? ¿Cómo se aborda la frustración cuando el hijo espera una fichita y no se le da? Cuando se da una ficha, ¿qué emoción hay detrás? Cuando no se da una ficha, ¿qué emoción hay detrás? Es muy fácil que las emociones también se usen como fichitas. Y las emociones nunca pueden ser una moneda de cambio.
- Usa el refuerzo y el castigo, que contribuyen al control exclusivamente adulto.
- ¿Qué valores aprende el hijo cuando entra en este juego? Lo dejo ahí.
Podría seguir, pero como profesional que soy, siempre que digo que algo no funciona, pongo encima de la mesa algo que creo que sí. Y esa técnica es la brújula de los conflictos. Es una técnica que:
- Se adapta a cada etapa evolutiva.
- Busca la responsabilidad, en lugar de la obediencia.
- El protagonismo está repartido entre padres e hijos.
- El plano emocional está presente en todo momento.
- Usa las consecuencias, que contribuye a repartir el control adulto/menor.
- Y los valores no se imponen, se construyen.
Familias en la Nube pone a tu disposición esta técnica, de manera gratuita, dentro de nuestro curso online. https://familiasenlanube.org/curso/habilidades-para-educar-conflictos-en-casa/ Incluso puede hacerlo tu propio hijo. El curso tiene varias herramientas evaluativas, que contiene cinco fases. En concreto, la Brújula de los Conflictos son las tres primeras:
- Concreción de los conflictos cotidianos familiares. Esos conflictos se agrupan en diez categorías. Se trata de seleccionar lo que en este momento consideras un problema.
- Elección del color del semáforo: teniendo en cuenta la técnica del semáforo inteligente, distribuyes los conflictos en tres colores: rojo (solución adulta), amarillo (solución compartida) y verde (solución del hijo).
- Clasificar esos conflictos por colores y por orden, de más sencillo a resolver a más complejo.
- Evaluación de las habilidades parentales para la resolución positiva de esos conflictos. (El cuestionario de habilidades parentales)
- Selección de una conducta de cambio por color. Total tres. (El cuaderno de Bitácora)
Te animo a que lo realices. Te llevará alrededor de una hora, y estoy convencido que será mucho más productivo que cualquier economía de fichas que hayas realizado. Y probablemente, dejarás de pegar caritas sonrientes en una cartulina en la pared.
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