Conflictos en casa

Imagino a la manada siendo niños

Imagino a la manada siendo niños…

En hogares donde cuando había fútbol se paralizaba todo; cuando se estaba comiendo y faltaba agua, era la madre la que se levantaba; donde no ha visto a su padre tender una lavadora; en las reuniones familiares, las madres estaban en la cocina y los padres sentados en la mesa. En definitiva,  existía probablemente una madre abnegada que ha renunciado a tener vida propia, a rebajar sus ilusiones y deseos por el hecho de ser madre. Las obligaciones hogareñas eran de su madre, el reparto de funciones y de las tareas del hogar era injusto, repleto de discriminación. Pero era “lo normal”.

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Imagino a la manada siendo niños…

Donde las manipulaciones estaban a la orden del día, esas frases que hacen sentir mal para que cada uno consiga lo que quiere. Manipulaciones de ataque, de defensa, en todas direcciones. Unos contra otros, pero casi siempre, perdía la misma. Frases que hacían sentir mal a la madre, y que, en ocasiones,  hacía que cambiara de criterio. Frases que aprendieron estos críos en casa cuyo mensaje es: cuando en tu camino te encuentres a mujeres que no quieran hacer lo que tú quieres que hagan, manipula, hazlas sentir mal. No pasa nada.

Imagino a la manada siendo niños…

Donde papá y mamá no eran equipo. Donde esos críos no se portaban igual con mamá a solas, o cuando estaba papá. Las cosas irrelevantes las decidía mamá (díselo a tu madre) y las importantes las decidía papá (ya verás cuando venga tu padre). Esta frase, o frases parecidas, han hecho, y siguen haciendo,  mucho daño. Se está diciendo a esos críos: necesito a tu padre para educarte, yo no puedo sola. Tu padre es el fuerte, yo la débil. Es una frase que favorece su utilización, desgraciadamente,  para deslegitimar cualquier figura femenina que su cachorro se podía encontrar en su futura trayectoria vital.

Imagino a la manada siendo niños…

Donde llorar era de niñas. Cuando se tropezaba con una silla, la culpa la tenía la silla. Donde se escuchaba con cierta frecuencia “mujer tenía que ser”, con un tonito despectivo. Cuando surgían problemas, la culpa casi siempre era de mamá. Cuando las cosas iban bien, se miraba a papá. Cuando las cosas iban mal, se miraba a mamá. La maternidad pierde con respecto a la paternidad. Se encuentra en un nivel inferior.

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Imagino a la manada siendo niños…

Donde no se repartía el protagonismo de forma inteligente en casa. El protagonista era el patriarcado, la última palabra la tenía papá. Donde se hacía lo que decía el padre, para evitar conflictos, quizá por miedo. Lo que opinaba mamá era irrelevante, no tenía peso. Se desautorizaba a la madre, papá imponía su criterio, a veces de forma amable, a veces no tanto. Esos críos han recibido más mensajes de deslegitimación materna de los deseables.

Imagino a la manada siendo niños…

Donde se buscaba más la competitividad que la cooperación. Para ser hombre, el objetivo era, lejos de buscar el encuentro y lo que une, detectar y marcar las diferencias con la mujer. El mensaje para su futuro: atiende selectivamente a lo negativo de lo femenino, compite con la mujer. Es la única manera de considerarte mejor hombre.

Imagino a esos padres y madres de la manada…

Intentando hacer lo mejor por esos críos, inculcando los mejores valores que consideraban a esos críos, aportándoles las herramientas necesarias para ser felices y responsables en un futuro. La familia es un escenario ideal para ensayar el teatro de la vida. Con la manada, esa obra de teatro ha acabado en drama.

Son imaginaciones, que por supuesto, no sé si se ajustan al pasado. No pretendo restregar heridas, pretendo prevenir futuros dramas. No pretendo explicar nada, ya que interfieren numerosas variables tanto familiares como de otra índole (social, cultural, económico…). Sólo pretendo que cada adulto que tenga que ejercer funciones educativas, reflexione para intentar entre todos conseguir una sociedad más empática, justa y solidaria. Y creo, sinceramente,  que el camino a recorrer más inteligente es feminizar los hogares.

Feminizar los hogares

  • Es dar la oportunidad de aprender que no hay tareas asociadas a uno u otro género, organizándose, llegando a acuerdos en igualdad. E implicar a niños y niñas cuanto antes.
  • Es manejar las manipulaciones que existen en cualquier hogar de manera más inteligente, enseñando a los niñas y niñas otras estrategias más asertivas para conseguir lo que desean.
  • Es que papá y mamá hagan equipo. Es que papá sea amable con las emociones de sus hijos e hijas y firme y coherente con las conductas. Es que mamá sea amable con las emociones de sus hijas e hijos y firme y coherente con las conductas.
  • Es que maternidad y paternidad se equiparen, nunca una encima de la otra.
  • Es que cada miembro de la familia encuentra su sitio, su protagonismo. Cada bienestar individual implica bienestar colectivo.
  • Es cooperar, aunar esfuerzos, encontrar corresponsabilidades, para conseguir que los hijos e hijas, en un futuro, simplemente, sean buenas personas.
  • Es…
Antonio Ortuño

Psicólogo especialista en Psicología Clínica Infanto-juvenil y Terapeuta Familiar desde hace más de 25 años. Conferenciante sobre temas educativos, centrados en la parentalidad positiva, su modelo educativo consiste en dotar de herramientas a los padres y madres para que sepan poner límites de una forma respetuosa, con la responsabilidad y la felicidad como compañeras de viaje.

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