Según la Comisión Europea, la edad de comienzo de los menores a navegar por internet es de 7 años.¡¡¡7 años!!! Y mi pregunta es: ¿qué hacías tú cuando tenías esa edad?
Las nuevas tecnologías están cambiando nuestras formas de consumo, de relacionarnos, de divertirnos, de descansar. Desde que en 1972 se creó la primera consola doméstica, y a finales del siglo XX surgieron las primeras redes sociales, en sólo 25 años las nuevas tecnologías se han convertido en la principal vía de comunicación. A veces la comunicación a través de las redes sociales está superando en credibilidad e importancia a la interacción cara a cara. Las personas pasan de ser emisores y receptores a creadores y compartidores de todo tipo de contenidos.
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En líneas generales, las nuevas tecnologías son una forma de consumo más a través de la posesión de objetos que se deben adquirir. No vamos a entrar en detalle de por qué a nuestro sistema económico le interesa desplazar las relaciones personales a las relaciones con los objetos. Tener a un grupo de chavales hablando sentados en un banco de un parque, al sistema económico no le interesa mucho. Lo que quiere es que tengan un smartphone en la mano, ya que eso implica un acto de consumo (bueno, varios actos de consumo).
El actual modelo de desarrollo económico considera exitoso producir y consumir muchos objetos, independientemente si son necesarios o no. Tiene la habilidad convertir lo no necesario en necesario. Olvidarte el teléfono móvil en casa se considera en la actualidad uno de los principales problemas del día. Si no respondes a una llamada de tu teléfono, tienes que justificar más tarde porque no has contestado a tiempo. Esta sociedad, que promueve la insatisfacción continuada, fabrica “personas deseantes” que se convierten en personas que lo necesitan casi todo. Y las personas más vulnerables son nuestros hijos e hijas.
Estamos inmersos en una revolución tecnológica. No es exagerado afirmar que se trata de un fenómeno que está transformando el mundo, las interacciones sociales, las tácticas comerciales y la relación entre el poder y la ciudadanía.
La tecnología nos abre la puerta a nuevas realidades. Nuevas realidades, nuevos riesgos. El tema está en que hay que preparar a niñas, niños y adolescentes para la gestión de esos riesgos. Afrontar riesgos es inevitable y necesario, y debe utilizarse de forma inteligente para ayudarles a madurar, a crecer. Educar es, entre otras cosas, preparar a los niños y niñas a gestionar riesgos, a adaptarse a sus futuras realidades.
Las familias que saben adaptarse a su medio, ayudan a sus hijos e hijas a hacer lo mismo. Eso es inteligencia. Una familia es inteligente cuando aporta herramientas a sus hijas e hijos para que sepan adaptarse a realidades futuras. Algunas de esas realidades ya están siendo desconocidas por los padres y madres, y el mundo virtual es un ejemplo de ello, generando enormes dosis de incertidumbre. Y lo desconocido asusta.
El crecimiento de las redes sociales es una bola de nieve, que se desliza cuesta abajo (y cada vez con más pendiente). España es el segundo país europeo (detrás de Reino Unido) en cuanto a uso de redes sociales, en general. En el último estudio de Kids of the World, (6.000 niños y niñas de 31 países), el 72% de los menores españoles, de entre 6 a 11 años, afirman que tienen perfil en alguna red social, frente al 44 % a nivel internacional.
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Está claro que el sistema económico, con su soporte publicitario, nos vende las ventajas, pero no los inconvenientes de la utilización de las nuevas tecnologías. Nos dicen que están llamadas a facilitarnos la vida, pero la realidad informa de que también pueden complicárnosla. Pueden ser nuestro ángel o nuestro demonio. Las nuevas tecnologías son la puerta abierta a los videojuegos, a las apuestas, a las relaciones sociales y sexuales, a las nuevas drogas, en definitiva, a todo lo que pueda generar dependencia. Las nuevas tecnologías favorecen el inicio o mantenimiento de relaciones sociales lejanas, de forma superficial, y dificultan las relaciones cercanas, de proximidad, que son realmente las que enriquecen a las personas.
El futuro es la tecnología. Mejor dicho, es ya el presente. Se vende la idea de que este es el único destino, no queda otra. Cada vez es más difícil sobrevivir sin máquinas y pantallas. El paraíso es tecnológico, aunque la tecnología esté destruyendo el paraíso. Pero de esto hablaremos en otro artículo.