En plena crisis del coronavirus, se mueven por las redes sociales todo tipo de consejos y asesoramientos para llevar el confinamiento con la mayor dignidad posible. Cualquier recomendación a corto plazo es bienvenida. Yo en este artículo quiero ir poco más allá. Quiero lanzar una serie de planteamientos que me surgen en mi propio confinamiento sobre las repercusiones futuras en la educación, en la infancia, de toda esta historia. En concreto, de cómo se maneja el coronavirus que está en todos los hogares confinados: el miedo.
- Lo primero que me viene a la cabeza es cómo están gestionando el mundo adulto las preocupaciones. Porque estamos todos preocupados. Nuestro lóbulo frontal está diseñado para anticipar, para predecir lo que pueda ocurrir. La conducta inteligente implica anticipación. Y en un estado donde las necesidades básicas del ser humano se ponen en juego, o peligran, hace que nos planteemos, si esto continuara durante mucho tiempo, ¿qué pasaría? ¿podremos sobrevivir? Anticipamos, aunque no lo queramos. Y ante estas circunstancias, anticipar es casi sinónimo de preocuparse.
- Lo segundo es que por mucho que te preocupes, no se encuentran las respuestas que se desean, por lo que aparece en escena una de las grandes compañeras de viaje del ser humano: la incertidumbre. La incertidumbre quiere invadir todos los espacios sociales, desde el supermercado al salón de tu casa. Y por mucho que te laves las manos, la incertidumbre sigue ahí. Y sigue ahí mientras el cerebro perciba que no puede controlar la realidad como quisiera.
- Lo tercero es que cuando un cerebro percibe que no puede tener el control sobre aquello que desearía tener bajo control, aparece la inseguridad. El cerebro busca seguridad para sobrevivir, tratando de reducir los riesgos, de evitar los peligros, de conservar lo que se es y lo que se tiene. La seguridad tiene como enemiga declarada a la incertidumbre e intenta contrarrestar a la más potente de las emociones del ser humano, el miedo.
- Y aquí ha llegado el cuarto y último punto, la aparición del miedo. Esa emoción que tantas veces nos ha salvado, y que nos seguirá ayudando para la supervivencia, ahora se dispara. Lo desconocido genera miedo. El miedo es el coronavirus psicológico que tenemos que afrontar.
Así que, querido padre, querida madre, que estás confinado con diferentes coronavirus psicológicos, como son la preocupación, la incertidumbre, la inseguridad, el miedo, tienes una labor fundamental que se puede definir en cualquiera de estos verbos: disimularla, combatirla, gestionarla, controlarla, debatirla, aceptarla…
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Tu hijo o hija no debe notar ningún indicador de preocupación, ni inseguridad, ni de mal manejo de la incertidumbre o el miedo. Tu hijo o hija no puede ver que las personas que son sus referentes, su apoyo, su guía, su espejo, tambalean, dudan, sufren. La familia inteligente debe sembrar un contexto donde se aprenda a manejar los miedos y las inseguridades, sin que salpiquen los coronavirus psicológicos a nuestros hijos e hijas.
Como expongo en mi libro familias inteligentes, claves prácticas para educar:
Por ejemplo, en la película “La vida es bella”, de Roberto Benigni, ¡el padre consigue que el hijo pase por un campo de concentración como si fuera prácticamente un parque atracciones! El padre, aprovechando el cumpleaños de su hijo, se inventa un juego en el cual ganará aquel que consiga esconderse de los guardias alemanes. El niño vivía en un contexto amenazante y peligroso, nada menos que el Holocausto, pero el padre “disfrazó” esa realidad con inteligencia, humor, estabilidad emocional y mucha imaginación. Y el niño apenas sufrió. Se sentía seguro.
Quiero terminar diciendo que de cómo manejemos en el presente nuestros miedos y preocupaciones, se van a prevenir en un futuro próximo posibles desajustes psicológicos en la infancia y la adolescencia, sobre todo relacionado con los trastornos de ansiedad. Lo digo porque muchos problemas de ansiedad, que he trabajado con población infanto-juvenil como psicólogo clínico, correlacionan con una variable: el mal manejo de la incertidumbre y del miedo desde el mundo adulto.
Así que recuerda, la vida es bella. Gestiona de forma inteligente los coronavirus psicológicos. Pide ayuda si es preciso. Tus hijos e hijas se lo merecen.
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Podremos con esto. Ánimo a tod@s! Ya queda menos para vencerlo definitivamente.