Han pasado 20 minutos de la hora que has quedado con tu hijo o hija que regresará, y no sabes nada. ¿Qué harás cuando llegue? ¿Qué está pasando por tu cabeza durante esos 20 minutos? No es lo mismo pensar que habrá perdido el autobús, o que me lo han secuestrado. Los pensamientos van a su aire, y cada cerebro fabrica sus pensamientos, sus anticipaciones, sus predicciones (otra cosa es que se lo crea). Es su trabajo.
Por eso, los pensamientos van a ser claves a la hora de afrontar esta situación. Antes de actuar, es fundamental dedicar un tiempo a analizarlos, a darles una vuelta, buscar otras formas alternativas de pensar.
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Manejar la incertidumbre, saber esperar, no sacar conclusiones sin datos, serán buenas estrategias previas para fomentar la responsabilidad en los hijos e hijas.
Pasado 30 minutos, llega tu hijo o hija, ¿qué haces? Aquí van algunas claves:
- Actuar con tranquilidad: para actuar, es importante que hayas conseguido frenar tu preocupación. Si la preocupación te desborda (la liebre de Familias en la Nube es la protagonista) aparecerán las amenazas, castigos, sermones, que ya se sabe que no funcionan para afrontar y prevenir futuros conflictos. Un “ya hablaremos” es más inteligente si tu tortuga no ha conseguido controlar a tu liebre.
- Llegar a un compromiso: aplicar una consecuencia sin estar pactada de antemano suele construir ira en lugar de responsabilidad. Por eso, hay que preguntar ¿qué te gustaría que hicieran papá y mamá la próxima vez que llegues tarde? Con su participación, se establece una norma. Claridad y concreción en las propuestas, equilibrio entre alternativas y consecuencias, acuerdo y percepción de ganar algo entre ambas partes. Con amabilidad y cariño en su diseño, y con firmeza, coherencia y respeto en su ejecución.
- Es fundamental que perciba que el problema es suyo, que puede elegir, que está bajo su zona de influencia. Una excesiva preocupación adulta favorece la pasividad y la escalada en el conflicto.
Ideas para llevarte en tu mochila educativa…
- El objetivo final no es que llegue a la hora que los adultos quieren, sino fomentar su responsabilidad a la hora de decidir a qué hora debe llegar. Y para que pueda decidir en libertad, debe creerse que si llega a su hora, va a pasar una cosa, y si llega tarde, va a pasar otra cosa. Es decir, lo que se había pactado. Si aparecen nuevos elementos inesperados percibirá desconfianza e incluso falta de respeto.
- Resumiendo, la hora de decidir cuando vuelve a casa, debe pasar de un control externo (normas) a una situación de autocontrol. Por eso, las normas han de servir, no para que hagan lo que queremos, sino para que aprendan a planificarse, a anticipar lo que les pueda ocurrir, a organizarse sus propias vidas.