Hace unos días acudí a unas Jornadas organizadas por el Fórum Infancia de Madrid tituladas Crecer sin etiquetas. Diferentes profesionales de la psiquiatría y la psicología clínica defendían la idea de evitar los diagnósticos clínicos en la infancia y adolescencia. A mi me hizo reflexionar sobre cómo afrontamos los problemas de conducta infantil, y dónde ponemos el foco de atención: si se pretende modificar el cerebro infantil a base de medicamentos o priorizar la intervención en su contexto familiar.
He estado también informándome de los defensores del diagnóstico, de la medicación, de la intervención exclusiva en el menor para valorar sus posiciones. Y me he encontrado con algunas intervenciones que me han inquietado un poco. Una de ellas te plantea la posibilidad de diagnosticar la hiperactividad en dos horas y vía online. Es decir, como padre o madre sospechas que tu hijo tiene hiperactividad, te pones en contacto con estos profesionales, y aunque estés a miles de kilómetros te diagnostican a tu hijo o hija. Encima, te plantean que lo primero, si o si, es medicarlos. Lo demás no vale si no están medicados.
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Suelo ser muy respetuoso con los profesionales que trabajan con familias, por eso voy a centrarme en cómo abordo yo estos casos, cuál es mi percepción del mundo de los diagnósticos y las etiquetas del comportamiento infantil. Ya en 2013, la prestigiosa revista FAMIPED, publicó un artículo que escribí titulado el diagnóstico en los problemas de conducta infantil https://www.familiaysalud.es/recursos/famiped/volumen-6-no2-junio-2013
A lo que comenté en ese artículo, me gustaría añadir una serie de reflexiones en forma de preguntas:
- Cuando se da medicación a un menor, ¿es para paliar su sufrimiento, o el sufrimiento de los demás?
- Cuando se diagnostica a un menor, ¿qué responsabilidad asumen (o mejor dicho, dejan de asumir) los padres en su educación, en la mejora de la situación familiar?
- ¿Qué es más inteligente, modificar su cerebro a base de fármacos o intervenir en su contexto familiar?
- ¿Por qué en la sociedad actual hay corrientes de opinión que quieren “biologizar” a toda costa el sufrimiento infantil?
- El diagnóstico infantil, ¿pretende desviar la atención de las habilidades parentales educativas inadecuadas?
- Cuando un profesional realiza un diagnóstico a un menor, ¿sabe que puede ser como un tatuaje que le puede durar de por vida, haga lo que haga?
En mis 30 años de trabajo como psicólogo clínico siempre que hay problemas de conducta infantil, pienso que los padres y madres pueden cambiar y mejorar sus habilidades parentales. No he diagnosticado, no he puesto etiquetas, no me ha hecho falta. Me he centrado en ayudar a esos padres y madres a que aprendan herramientas educativas que les ayuden a poner límites de manera respetuosa, a gestionar los conflictos cotidianos de forma positiva. Nunca les he culpabilizado, es algo inútil, pero si he puesto en valor su responsabilidad de ser los guías de sus hijos e hijas, de que recuperen su credibilidad educativa.
Los diagnósticos, la medicación en exclusiva, deslegitiman la labor educativa de los padres y madres. Si los padres y madres, con su mejor intención, en su labor educativa, provocan inseguridad en sus hijos e hijas, van a generarles sufrimiento. Y un menor que sufre, tendrá problemas de comportamiento. Así que, ante un problema de comportamiento infantil, ayudemos a los padres y madres a ejercer buenas prácticas educativas que permitan ofertar seguridad a su familia.
Así que, si un menor tiene problemas de conducta, no miremos a su cerebro, miremos a su alrededor. No le hagamos electroencefalogramas, ni mediquemos, si antes no hemos explorado su ambiente familiar y hemos colaborado con esa familia para construir un contexto familiar donde seamos muy amables con sus emociones, pero muy coherentes a la hora de poner límites. En nuestro caso, la herramienta del semáforo inteligente ha demostrado ser muy útil y eficaz para las familias, explicada con todo detalle en el libro de Familias Inteligentes. Recomiendo enérgicamente ayudar a los padres y madres a ejercer bien sus funciones parentales, antes que cualquier etiqueta o medicamento.
Y a cualquier congreso o jornada que acuda, defenderé esta posición.
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Totalmente de acuerdo! Un saludo.