Educación emocional

Provocaciones infantiles: ¿futuras herramientas manipulativas?

Provocar y crecer van de la mano. Educar implica aprender estrategias para manejar esas provocaciones. Un niño o niña que nunca provoca no existe. Provocar es luchar, decir lo que no gusta, buscar protagonismo, priorizar intereses. Es una forma de seducir, de motivar, de intentar que la otra persona haga algo que tú quieres. La provocación, en sí, no es problemática. Se puede salir de ella empoderado y crecido, o frustrado e infantilizado. Es un intento, a veces desesperado,  del hijo por resolver sus problemas, por situarse en el mundo, para encontrar seguridad y credibilidad en sus padres.

La provocación tiene su funcionalidad. Suele estar presente en todas las etapas evolutivas.

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No tiene edad, aunque según crecen, debería ir reduciéndose los diferentes niveles de la provocación: su intensidad, su duración y su frecuencia. Las provocaciones de los hijos son como las olas del mar. En educación no existen las piscinas. Los hijos que provocan en exceso son un indicador de fallos en las decisiones educativas de sus padres.

Cuando a un niño le invade la inseguridad, provocará. Cuando una niña no cree lo que le dicen sus padres, provocará. Las provocaciones son el grito de libertad de los niños, niñas y adolescentes para la búsqueda de su propia identidad, su estabilidad.

En definitiva, el que provoquen es normal. Ahora bien, los padres y madres tenemos la obligación de atender y gestionar de forma inteligente estas provocaciones. Las provocaciones “evolutivas” se pueden convertir en herramientas de manipulación que pueden llegar a ser devastadoras en futuros contextos sociales. Si los padres y madres no ayudamos a nuestros hijos e hijas a digerir sus propias provocaciones, éstas saltaran la valla del hogar y se utilizarán de forma desajustada para conseguir que los demás atiendan a las necesidades de los hijos e hijas. Y cuando alguien en su futuro le niegue algo, no le conceda lo que desea, usará esas provocaciones convertidas en manipulaciones para conseguirlo. El acoso escolar y la violencia de género, por poner dos ejemplos, se nutren de las provocaciones aprendidas en el hogar.

Aquí se ponen en juego las habilidades de los padres y madres para manejar esas provocaciones. Aquí va alguna clave:

  1. Hay que llevarse bien con la provocación, esperándola, incluso dándole la bienvenida. No nos fijemos en los hijos e hijas, fijémonos en que hemos hecho o dicho antes, durante y después. Interpretemos la provocación, no cómo un arma que usan nuestros hijos para amargarnos la vida, sino cómo un indicador de que algo  no funciona y debemos mejorar con buenas prácticas educativas.
  2.  Saber identificar el tipo de provocación:
  • Los silencios: cuando un niño no quiere hablar, está comunicando muchas cosas: no me fío de vosotros, no me servís para solucionar mis problemas, se ya lo que me vais a decir, si os digo esto vais a hacer cosas que me van a perjudicar… En la provocación, los niños y adolescentes comunican a su manera que existen, que se les tengan en cuenta, que quieren ser relevantes.
  • El hacer la pelota: hacer cumplidos a destiempo, sin venir a cuento, decir frases poco creíbles en un contexto determinado. Si esto no le funciona, puede recurrir muy fácilmente a la agresividad y falta de respeto. ¿Cuántas veces faltamos el respeto a nuestros hijos sin darnos cuenta? ¿Cuántas veces interpretamos como faltas de respeto mensajes de nuestros hijos?
  • Oposición sistemática: nos niegan cuando piensan que pueden decidir y no se les deja. La negación no cuesta esfuerzo, es una forma de significarse sin esfuerzo. A lo que me digas, te digo que “no”. El que propone piensa, reflexiona. El que dice “no”, apenas lo hace. Y ambos consiguen el mismo protagonismo. Conforme crecen, además, aparece la falsa oposición, que desespera a todos los padres del planeta.

3.- Descifrar el código, el mensaje oculto de la provocación, analizando esa semilla de la ira. ¿Qué puede haber interpretado mi hijo como injusto? ¿Dónde está la emoción  que sustenta esa provocación? Entender la emoción asociada a la provocación, pero sin entrar al trapo, sin dedicar un segundo a razonar las provocaciones, si se ha sido coherente y amable previamente.

4.- Aplica el semáforo inteligente: la mejor herramienta para desmontar provocaciones, ya que te ayuda a ser lo que necesita tu hijo: amable con sus emociones y coherente y creíble en tu estilo educativo.

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Antonio Ortuño

Psicólogo especialista en Psicología Clínica Infanto-juvenil y Terapeuta Familiar desde hace más de 25 años. Conferenciante sobre temas educativos, centrados en la parentalidad positiva, su modelo educativo consiste en dotar de herramientas a los padres y madres para que sepan poner límites de una forma respetuosa, con la responsabilidad y la felicidad como compañeras de viaje.

Ver comentarios

  • Hola ! Tengo una niña de 13 años Y tengo problemas con ella desde los 7 años . Los profesores empezaron a llamarme al colegio por su mal comportamiento y su falta de obediencia. Me miente en todo a my y al colegio . No respeta las normas del colegio . La he cambiado hasta ahora tres ceses del colegio y de nada sirve . He ido al psicólogo con ella . Pero allí parece una mosquita tranquila y confunde a todos . Que puedo hacer que estoy desesperada con ella . Nada vale enfadarme o castigarla o quitarle las cosas . Le da igual todo .

    • Mariana, la clave la tienes en ti misma, (y en tu pareja si es así). Tienes que cambiar tú, hacer de guía, aprender a manejar los conflictos de manera positiva, sin enfadarte ni castigar, a poner límites de manera respetuosa. Como a otras mamás, te animo a que realices los cursos online de la plataforma, y después agendar una terapia online. Ánimo!

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