¡A que te castigo! Es una frase que se sigue oyendo, pero afortunadamente cada vez menos. Es una frase que refleja desesperación adulta, indefensión parental. Es de las últimas frases que se dicen en el proceso de resolución de los conflictos cotidianos que surgen en casa, cuando se ha agotado otras estrategias. Es una frase inútil que refleja un cierto fracaso educativo. Un fracaso normalmente bienintencionado, pero, en definitiva, un fracaso.
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El castigo y la amenaza de castigo no se llevan bien con la responsabilidad. Se piensa que aplicando consecuencias a destiempo, de forma imprevisible e incoherente (que es lo que es el castigo) harán que el niño o la niña aprenda para la siguiente vez. Y lo que pasa la siguiente vez es que aprende que tiene que provocar más, porque se siente más inseguro ya que sus padres han dejado de ser padres mientras castigan o amenazan con castigar. Y los desea recuperar. Y así se produce la pescadilla que se muerde la cola, que a tantos padres desespera, y que hace sufrir a los menores.
Una educación inteligente tiene que estar alejada de castigos y amenazas.
¡A que te castigo!, cuando se aplica, tiene el inconveniente de que el problema recae siempre en el campo del adulto. Por la forma de decirlo, por la forma de aplicarlo, los padres son los que deciden. Son los que disponen las reglas de juego, los que “exigen” que se haga algo o se deje de hacer, dando nula participación al hijo o la hija, y desatendiendo el plano emocional que sobrevuela el conflicto. Hacen de jueces, de policías, de protagonistas de la película, y con ello, empequeñecen a su hijo o hija. No se fomenta la toma de decisiones ni la responsabilidad de los hijos. Lo único que se consigue es que el control de la situación siga estando en el campo de acción del adulto. Y se busca ciegamente la obediencia de los hijos e hijas
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Tú decides es más inteligente. Para que un niño o niña crezca tiene que aprender a tomar decisiones, y los conflictos son una buena oportunidad para entrenarlas. Para ello el control ha de situarse en su campo de acción. En el tú decides, se fomenta la responsabilidad.
Queda mucho por avanzar para eliminar la palabra castigo en los hogares. Este verano, Familias en la Nube estuvo dando formación y capacitaciones a familias y a profesionales que trabajan con familias en México y Costa Rica. Familias que habitualmente agarran un cinto para resolver los problemas de casa. Son familias que están hartas de que les digan lo negligentes que son, que sólo destaquen sus errores a la hora de educar. Cuando les explicas el semáforo inteligente, donde no tiene cabida la amenaza y el castigo, y ven que es posible educar de otra manera, que es fácil ser amables con las emociones de los hijos e hijas, que se trata de ser coherente para sembrar credibilidad, que los hijos e hijas provocan por que buscan seguridad y no amargaros la vida…en definitiva, que me ofrecen una alternativa útil y eficiente, el cambio educativo se facilita.
Así que, hay que cambiar la frase A que te castigo por tú decides, y si tu hijo o hija dice Tú me has castigado, hay que traducirlo a tú has decidido, cariño.
En mi libro Familias Inteligentes, el capítulo dedicado a la negociación, en el semáforo amarillo, profundiza estos aspectos.